Recuperar mercados internacionales es una de las tareas que tiene el Instituto de la Artesanía Jalisciense (IAJ), pues del 100 por ciento de las exportaciones, el 80 por ciento son hechas por intermediarios y sólo el 20 por ciento son realmente artesanos.
El director general del IAJ, Camilo Ramírez Murguía, resaltó la importancia de que los artesanos sepan vender sus piezas artísticas, ubiquen los nichos de mercado y se capaciten.
“De ese 20 por ciento que queda, el que realmente está exportando es un 10 por ciento, estamos trabajando fuertemente en eso, porque aparte es una cultura que no es tan solo el hecho de la exportación, sino que el artesano mismo quiera hacerlo”, señaló.
Refirió que el IAJ cuenta con un programa para que los artesanos aprendan a vender en inglés en un mes, en el cual se les enseña a negociar los precios, colores, texturas, levantar pedidos y cerrar una negociación.
“Nuestros amigos wirraritari, ellos son los que más programas están tomando y más le van entrando, también los venimos capacitando en cada una de las áreas que les pertenece a ellos, en sus materias primas, la calidad”, dijo.
Además, a los artesanos se les dan cursos de los tipos de artesanías en el mundo, historia del arte, diseño, comercialización, mercadotecnia, entre otros.
Agregó que cuando los artesanos no amplían sus horizontes en capacitación, diseño, mercados se generan problemas, y en este momento el que más preocupa es la pérdida de técnicas artesanales.
“Es una alerta, se están perdiendo técnicas por ejemplo Talpa es uno de los más delicados, que era el chilte o chicle, las figuritas de chicle ya no existen, queda una sola familia y son dos personas, dos mujeres que tienen alrededor de 70 u 80 años y estamos trabajando fuertemente también con ellos y a la vez estamos trabajando con todas las demás técnicas en extinción y ubicando todavía a los artesanos”, aseveró.
El director del IAJ comentó que en este momento se cuenta con más de mil 350 técnicas artesanales y se trabaja para que los municipios que no tienen adopten una, como es el caso de El Limón.
“Les dimos capacitación de un mes y al siguiente mes los enviamos a una feria regresaron contentísimos con pedidos, en un mes ellos ya traían dinero en sus manos y jamás se habían imaginado que iban a ser artesanos y elaboran macetas y piezas de elaboración forradas con piedra de río”, explicó.
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